El mensaje del señor Cogito
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Ve a donde ya otros fueron, al confín oscuro,
en pos del vellocino de oro de la nada, tu final recompensa
ve erguido entre los que están de rodillas,
los que vuelven la espalda y los que yacen en el polvo
no has sido salvado para vivir
y tienes poco tiempo para dar testimonio
sé valiente, cuando la razón te engañe sé valiente,
eso al fin es lo único que cuenta
y deja que tu impotente Ira sea como el mar
cada vez que escuches la voz de los humillados y apaleados
que no te abandone tu hermano Desprecio
ante los cobardes verdugos delatores —ellos ganarán,
en tu funeral lanzarán aliviados un puñado de tierra
y la carcoma escribirá tu biografía revisada—
no perdones, en verdad no está en tu mano
perdonar en nombre de los traicionados al amanecer
pero guárdate del orgullo innecesario
y mira en el espejo tu cara de payaso
repitiendo: fui llamado —no había acaso nadie mejor—
guárdate del corazón seco, ama la mañana primaveral,
el pájaro de nombre desconocido, el roble en invierno,
la luz sobre el muro, el resplandor del cielo
que no necesitan tu cálido aliento
y están ahí para decir: nadie va a consolarte
vigila —en las montañas una luz dará la señal— levántate y ve
hasta que la sangre sea en el pecho tu estrella oscura
repite antiguos conjuros de humanas leyendas y fábulas
para alcanzar el bien que nunca has de alcanzar,
repite las grandes palabras, repítelas tercamente
como los que atravesando el desierto murieron en la arena
y te recompensarán con lo que tengan a mano,
un látigo de carcajadas, un asesinato en el basurero
ve, pues solo así te aceptarán en la hermandad de las frías calaveras,
la hermandad de tus antepasados: Gilgamés, Héctor, Roldán,
defensores del reino sin fronteras y la ciudad de las cenizas
Sé fiel. Ve
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Nota. En la traducción añadí un punto, una raya y algunas comas para facilitar la lectura y el entendimiento del texto; no cambié ninguna mayúscula ni minúscula.
Y en resumen: Sé fiel a tus ideas hasta el final, aun sabiendo que solo la cofradía de los grandes héroes fracasados —Gilgamés quiso escapar a la muerte pero jamás encontró la inmortalidad; Héctor, después de huir del combate, fue muerto y arrastrado por los caballos de su enemigo ante los muros de su ciudad; Roldán sopló su cuerno de caza pidiendo ayuda hasta que le estallaron las sienes— te acogerá en el reino sin fronteras de los muertos y que no tendrás más pago que burla y desdén. Ten presentes los conjuros y las leyendas, aunque no te sirvan de nada; espera la señal y contén tu lado oscuro. Mientras, ama la belleza de los días, que tampoco será tu consuelo. Luego, cumple tu deber pues nadie más lo hará. Sin ser orgulloso, no perdones la traición, desprecia a los cobardes delatores aunque venzan y mientan sobre ti, deja fluir tu ira ante la injusticia, sé valiente aunque tu cerebro te engañe diciéndote que no lo seas. No estás vivo solo para seguir viviendo, y te queda ya poco tiempo. Camina erguido entre los apocados y los doblegados hacia la más lejana oscuridad, sabiendo bien que la lucha será ardua y solo tendrás el vellocino de la nada como recompensa final.
→Zbigniew Herbert. Przesłanie Pana Cogito
Traducción de Enrique Gutiérrez Miranda