Muerde el viento de la sierra
en la landa anubarrada.
Baja a los bosques —hambrienta—
la manada.
Trepa el lobo con la lluvia
a la peña nunca hollada:
canta a la noche y la luna,
y a su amada.
Corre el lobo por el valle
tras la presa acorralada;
huele y puede ver la sangre
la manada.
Yace el lobo en un recodo
de la profunda vaguada,
cerrando un ojo y el otro
en su amada.
Vira a nordeste en la sierra.
Ama el lobo; garra alzada.
Aguarda en silencio —inquieta—
la manada.
egm.2019
Revisión del poema publicado en Poesía y otras zarzas en de 2011, incluido ahora en Luz de invierno.
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